FSC-CCOO Euskadi | 21 noviembre 2024.

Ser gay: una lucha por conquistar la expresión de la afectividad

    El día 17 de mayo se celebrará el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia y desde la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO queremos poner el foco en los hombres cuya atracción afectivo-sexual se orienta hacia otros hombres.

    17/05/2022.
    Ser gay: una lucha por conquistar la expresión de la afectividad

    Ser gay: una lucha por conquistar la expresión de la afectividad

    ¿De dónde proviene la palabra «gay»? Es un anglicismo procedente del vocablo provenzal «gai» (en castellano, «gayo») y significa alegre o pícaro.

    La falta de conocimiento, los prejuicios y la concepción patriarcal de nuestra sociedad, donde lo femenino ha quedado relegado siempre a un segundo plano, ha supuesto una criminalización de cualquier conducta o expresión «afeminada» en los hombres.

    El patriarcal es un sistema de discriminación que basa su jerarquización en la división sexual como principio básico. Supone una visión dicotómica y binaria de la realidad que concibe al hombre y lo masculino como expresiones de superioridad en todos los campos. La heteronormatividad va de la mano del orden patriarcal y, por ello, el sistema castiga y discrimina todo lo que suponga un riesgo para el mantenimiento del statu quo y el orden simbólico de pares binarios opuestos (hombre-mujer, masculino-femenino, blanco-no blanco, hetero-homo; categorías sociales sobre las que, además, se establecen valoraciones como bueno-malo, creíble-no creíble; normal-anormal, sano-patológico, funcional-disfuncional, etc.). Entre las herramientas de control podemos destacar el machismo, la homofobia y la plumofobia, que castigan lo considerado femenino en los hombres o bien lo relega al mundo íntimo (homofobia liberal).

    Una construcción dañina de la masculinidad medida en términos de competitividad, virilidad y fuerza penaliza cualquier expresión de las emociones, que es lo que precisamente nos hace humanos. Una socialización temprana en esta masculinidad heteronormativa hace que los hombres oculten sentimientos como el miedo, la angustia, la debilidad o la inseguridad al considerar que los hacen vulnerables. Surgen unos mandatos de género que les dificultan expresarse libremente en su aspecto físico, forma de vestir, peinados, movimientos, complementos, expresiones de afectividad con otros hombres, etc.

    El sentimiento de culpa y la ocultación de su ser más íntimo para evitar chistes, burlas e incluso ataques homófobos desde la niñez hasta la adolescencia, provoca sentimientos de baja autoestima, depresión, intentos de suicidio, adicciones, abandono escolar y puede también motivar el traslado a otra localidad distinta a la familiar en búsqueda de ese anonimato que permita vivir su condición homosexual lejos de su primer núcleo de socialización.

    Con este bagaje de violencias mudas o explícitas, de ocultamiento, mentiras, se llega al mundo laboral y continúa la falta de visibilización por miedo a que se repitan las burlas, las exclusiones, el acoso o incluso el miedo al despido y la incapacidad de promocionar.

    Esta falta de visibilidad es mayor entre la juventud por sus problemas de acceso al mercado laboral, en algunos departamentos tradicionalmente más agresivos o competitivos (ventas) o según el sector de actividad esté más o menos masculinizado según las conclusiones del proyecto ADIM. Todavía muchas personas renuncian a sus derechos de conciliación, permisos por matrimonio o por constitución de pareja de hecho por miedo a desvelar su orientación sexual, pese a la aprobación en el año 2005 del matrimonio igualitario en nuestro país.

    El ocultamiento y el silencio son las estrategias para protegerse de las violencias a las que se expone este colectivo si su orientación sexual o identidad de género quedan fuera de lo heteronormativo. Esta ocultación impide el normal desarrollo de la personalidad, perjudica el sentido de pertenencia a los equipos de trabajo y disminuye la productividad.

    Como sindicato de clase, CCOO no puede mirar hacia otro lado y permitir que el mundo laboral se convierta en un nuevo infierno y una causa más de estrés. La LGTBIfobia debe ser considerada en la evaluación de riesgos psicosociales y exigible en las negociaciones de Salud Laboral. Además, esta evaluación de puestos de trabajo es imprescindible cuando se trate de evaluar un puesto localizado en un país en el que la homosexualidad sea un delito o esta orientación pueda crear situaciones de inseguridad para su integridad física y mental.

    CCOO ha defendido la creación de un espacio seguro en las empresas mediante la introducción de cláusulas específicas en los convenios colectivos que declaren el respeto a los principios de igualdad de trato y no discriminación por razón de orientación e identidad sexual hacia las personas LGTBI. Esta declaración de principios debe ir acompañada de programas de formación y sensibilización para controlar y conocer los sesgos que impiden mantener entornos laborales donde se respete la diversidad sexual, afectiva y familiar, de un régimen sancionador que tipifique las conductas contrarias al respeto y dignidad que merece cualquier persona y de un protocolo contra el acoso por LGTBIfobia en el ámbito laboral.

    Sin duda vivimos un momento de tránsito en cuando a la expresión de género, pero como en todo momento histórico de cambio de modelo, estamos asistiendo a un incremento brutal de las agresiones contra todo lo que no sea heteronormativo. Lo hemos podido comprobar con especial saña en el asesinato grupal de Samuel en La Coruña en julio de 2021 al grito de «maricón». O en el pueblo de Peñaflor, donde un vecino sufrió una paliza por parte de otro vecino que le acusó a gritos de ser el «maricón del pueblo» y que lo iba «a matar», después de rociarle el coche con aceite usado y rajarle los neumáticos. Así, podemos encontrar noticias de forma frecuente en los periódicos a las que no podemos acostumbrarnos. Hay que parar los ataques homófobos y luchar contra la pasividad ante este tipo de violencia que busca perpetuar un sistema que discrimina la diversidad.

    Es responsabilidad de todas y todos parar la LGTBIfobia: también en el mundo laboral.